Eliazard Antcho es una mujer haitiana, que vive en Chile desde hace seis años y que, desde el programa de la ONU Mujeres, Second Chance Education (Tu Oportunidad) y desde el Centro Sopeña en Santiago de Chile, acompaña y asesora a las personas de Haití, con las que comparte idioma, que se acercan aquí a pedir orientación.
Actualmente estudia su segunda carrera universitaria, Servicio Social, y trabaja como facilitadora intercultural en el Centro Sopeña.
Es oriunda de Mirebalais (Haití) pero decidió viajar al país sudamericano para buscar nuevas oportunidades académicas y laborales.
En una entrevista concedida en la web de ONU Mujeres de América Latina y el Caribe cuenta que tomó la decisión de venir a Chile porque le gusta estudiar. “En Haití estaba estudiando derecho y a mi papá no le gustaba porque ser abogado en ese país es peligroso y, además, es una profesión mal vista por los casos de corrupción. Cuando le dije que quería ir a Chile, me apoyó y así fue como me radiqué en este país”, explica.
Junto con sus estudios actuales, Eliazard se encarga de facilitar información y orientación a personas migrantes, especialmente provenientes de Haití, que llegan a la Fundación Dolores Sopeña.
Dice que lo que más la emociona es ver las caras de las personas cuando reciben la notificación de su residencia definitiva. “Esa sonrisa en su cara me hace feliz a mí también”, asegura.
Eliazard Antcho lidera además un grupo denominado Génesis que ofrece clases de habilidades parentales y español para mujeres haitianas del campamento Millantú en la comuna de Puente Alto de la Región Metropolitana, lugar en el que tiene mucho protagonismo la misión de la Fundación Dolores Sopeña.
El aprendizaje del español es muy importante para esta población migrante. El desconocimiento de un idioma es un obstáculo tremendo. La mayoría de estas mujeres no pueden dedicarse a aprender el español porque necesitan trabajar y no obtienen permisos de horas libres para hacerlo.
Esto contribuye a su aislamiento porque impide su socialización, por eso, esta mujer considera fundamental valorar y tener en cuenta la formación que ha de ofrecérsele.
Sobre todo, porque todas las mujeres que se forman actúan después como intermediarias y puentes con otras mujeres que llegan en una situación aún más difícil.