Los centros formativos de la Fundación Dolores Sopeña son centros vivos, modernos, que miran siempre hacia el futuro, y lo hacen sin olvidarse tampoco de lo que fueron, y para eso, echan mano de los recuerdos de sus antiguos alumnos.
El Centro Sopeña Badajoz, innovador en lo pedagógico y tradicional en sus valores, utiliza todos los instrumentos a su alcance y, si nos los hay, los inventa, para mejorar y convertir en toda una aventura el proceso de aprendizaje.
Así, se ha sacado de la manga, un Concurso de Antiguos Alumnos, con el objetivo de seguir manteniendo el contacto y alimentar el clima de familia, pero también de dotar de un medio de expresión y dar protagonismo a todos aquellos que pasaron un día por las aulas”.
En el marco del Día del Centro, el equipo directivo consideró que “los momentos especiales son para compartirlos entre la comunidad educativa”.
Por eso la convocatoria llevaba el lema “Sopeña Construye Vida y tú formas partes de ella”, demostrando que la familia sigue intacta, aunque ya haya acabado la etapa formativa allí.
El I Concurso para Antiguos Alumnos tuvo tres modalidades: literatura, visual y musical y contó con la colaboración de varias empresas en la donación de los premios.
Este post lo vamos a dedicar a los que optaron por las letras, por contar con palabras, su paso por el Centro Sopeña Badajoz. Así que por aquí os dejamos en primer lugar, el relato ganador, precioso y con mucho fondo.
“Cuando era pequeña siempre me preguntaban cómo sería mi casa en un futuro, yo basándome en ese ideal de película americana lo tenía muy claro, una casa junto al mar, pues lo más parecido a tocar la gloria debe ser estar tumbada en la arena calentita mientras escuchas las olas de fondo y sientes que las preocupaciones no existen (aunque solo sea por un momento). Estuve durante años soñando con esa casa, con el color de sus paredes, sus enormes ventanales y su monumental aspecto pero cada vez me costaba más imaginarme allí dentro, esa casa estaba vacía, no tenía nada mío, creo que fue en ese momento cuando me di cuenta de la importancia de las personas y de los lugares que guardan una historia, tardé un par de años más en descubrir qué era un hogar exactamente así que empecé a descartar lugares que jamás podrían ser un hogar como una farmacia, un hospital o un colegio ¿colegio y hogar? no me sonaba convincente. Tras años de una intensa búsqueda creía que iba a quedarme desahuciada de cualquier cosa que hogar significase, quizás los hogares no estaban hechos para todos.
Fueron pasando los años y llegaron nuevos profesores, nuevos exámenes y nuevas experiencias, la idea de hogar estaba olvidada casi como un tema tabú, por lo que mi vida seguía avanzando con una pequeña incógnita. Recuerdo exactamente el día en el que descubrí que era un hogar, estaba preparando con mis compañeros un baile por el día del centro y yo estaba sentada mientras me repetían la coreografía una y otra vez para ver si así me podía coordinar, recuerdo esa sensación de comodidad, de no tener ningún problema (por el momento) estar allí era exactamente como estar en la playa.
Durante todos estos años este centro se había convertido en mi hogar, desde el principio, todos formamos parte de él. Recordé todos los valores, las actividades que con tanto esfuerzo e ilusión se hacían.
Sopeña construye hogares para nosotros y con nosotros, construye hogares para llenarlos de vida, de nuestra vida. Sopeña jamás será esa casa ajena y vacía que no reconocemos porque Sopeña es una familia que siempre te espera con los brazos abiertos.
Si algo me enseñaron en todos estos años es que nunca hay que abandonar el camino, que hogar y colegio no eran tan distintos y sin duda aprendí que todos nos merecemos un lugar donde podamos ser nosotros mismos y absolutamente todos merecemos una gran familia, que nos ayude a construir un hogar (de los de verdad, sin casa en la playa).
Sopeña construye vida y todos formamos parte de ella”.
El siguiente ha utilizado como título el lema de Pastoral de este curso que está a punto de acabar:
“SOPEÑA CONSTRUYE VIDA”
“Cuenta la leyenda que existe un colegio en donde los mejores recuerdos de tu infancia son allí.
Donde las amistades que se forman pase tiempo y distancia son eternas e inquebrantables.
Donde no solo se enseñan números y letras si no lo que es una familia, o mejor dicho “una gran familia de familias que se aman”.
También dice la leyenda que conforme pasan los años los recuerdos son más hermosos y las enseñanzas allí aprendidas son mayores.
Dirán las malas lenguas que son mitos e invenciones, pero yo sé que no es así, y te preguntaras querido lector, ¿por qué?
Porque yo estuve en ese lugar, y sé que una parte de mis decisiones, aciertos, errores y enseñanzas son gracias a esa familia.
Que en los tiempos que corren puedo decir con la mano en el corazón que tengo una de las profesiones más bonitas del mundo, que soy enfermera de vocación y que si he llegado hasta aquí ha sido gracias a esos valores que me enseñaron.
…Cuenta la leyenda que una vez que entras allí, ya no hay marcha atrás que te acompañará para el resto de tu vida”.
Otro relato, que también nos comparte una bella historia:
“Sopeña construye vida y tú formas parte de ella”.
Este es el lema del colegio y que me ha hecho recordar todos los momentos que he vivido en el colegio. Llegué a Sopeña en un momento difícil, en el que me encontraba perdida, estaba bastante desmotivada con los estudios, pero empezar en este centro para mí fue un salvavidas que se encuentra un náufrago que está a la deriva. Sin duda el colegio me hizo encontrarme, no solo a nivel académico, también como persona.
Cuando llegué el primer día al colegio, estaba insegura, no conocía a nadie, era la primera vez que iba a estudiar ahí, pero sin duda me acogieron desde el día uno como una más. Me dieron cariño, me aportaron paciencia, autocontrol, me enseñaron los valores de la amistad y sin ninguna duda se convirtió en mi segundo hogar, Sopeña es más que una familia.
Creo que todas las personas deberían pasar por una experiencia como esta, sobre todo si te encuentras en un momento difícil. Las personas profesionales que se encuentran en el centro se involucran por el alumnado y le dan importancia a la situación en la que te encuentres, además, hacen un acompañamiento bastante esencial en las diferentes etapas en las que se encuentre la persona.
El colegio tiene unas técnicas de aprendizaje diferente a los demás centros por los que he pasado, sin ninguna duda a mí me motivaron a seguir estudiando, tuvieron en cuenta mi esfuerzo académico y lo más importante de todo, creyeron en mí. Actualmente me encuentro en tercero de carrera, con más ganas que nunca de seguir formándome y estudiando, una parte de todo mi proceso es gracias al colegio Sopeña al que siempre estaré agradecida”.
Y, por último, hubo quién se atrevió con la poesía …
“Aprendí en sopeña,
donde hay buenos profesores, que verdaderamente se preocupan y enseñan.
Allí había muy buenos compañeros, de esos que tienen un corazón puro y verdadero.
Allí he pasado muy buenos momentos.
Momentos de alegría, y buenos sentimientos.
Después de unos días al colegio haber faltado, por una intervención.
Cuando empecé de nuevo hubo una cosa que me inundó el corazón.
Fue el día más inesperado.
Ya que mis compañeros una fiesta me habían preparado.
Fue un día tan lleno de alegría que, a fecha de hoy, me acuerdo todavía.
A esos profesores, que me enseñaron unos valores, y una educación.
Quiero agradecérselo de todo corazón.
Para los profesores, compañeros y secretaría.
Un maravilloso colegio que yo recomendaría”.
Muy orgullosos de la huella que deja nuestra labor en las personas que estudian en nuestros centros.