El proyecto educativo de la Fundación Dolores Sopeña se puede resumir con una frase propia de nuestra fundadora: “Salir al encuentro de cada alumno”.
Cada uno de los alumnos que llegan a los casi veinte Centros Sopeña repartidos por el mundo porta sus propias necesidades, aspiraciones, etc. Y nuestra misión es la de ofrecer oportunidades de superación personal, formativa y profesional para que en un medio plazo se dé el rico crecimiento.
En una entrevista concedida al periódico Magisterio, y que reproducimos aquí a continuación, la directora de los Centros Sopeña en Sevilla, la catequista Sandra Salazar, explica cómo el propósito de la Fundación Dolores Sopeña es formar a la persona en todas sus dimensiones, formar el “yo” desde dentro y cultivar la espiritualidad.
La Fundación Dolores Sopeña es una institución privada sin ánimo de lucro, de inspiración católica y con una clara finalidad social: favorecer el crecimiento integral y mejorar las condiciones de vida de las personas. Fue fundada en España en 1902 y desde entonces se ha extendido por diversos países: Italia, Argentina, Colombia, Chile, Ecuador y México. Con un total de 12 centros aquí en España, la directora de los Centros de la Fundación en Sevilla, Sandra Salazar, nos da las claves del proyecto educativo.
En una frase, ¿cómo resumiría el proyecto educativo de la Fundación Dolores Sopeña?
—Difícil expresar en una palabra el proyecto educativo, más bien usaré una expresión propia de la fundadora, Dolores Sopeña: “Salir al encuentro” de cada alumno que llega a nuestros centros con sus necesidades, aspiraciones, alegrías, esperanzas. Ofrecer oportunidades y garantizar las condiciones para que, efectivamente, a lo largo del tiempo, se dé el crecimiento, el desarrollo de todo aquello que les hace adquirir las competencias necesarias para la vida y más tarde para el trabajo.
¿Cómo se desarrolla el proceso educativo del alumno? ¿Cuáles son los objetivos formativos?
—Indudablemente los objetivos generales vienen dados por normativa y nosotros tenemos la misión de llenar de sentido y color Sopeña esos objetivos. Nuestra propuesta educativa se desarrolla desde cinco áreas:
Capacitación, entendida como acciones conscientes que, reflexionadas, llevan creativamente a nuevas acciones que van capitalizando un saber que se transforma en experiencia.
Formación: integral y permanente, en todas las etapas y situaciones de la vida. Aprender a ser y aprender a aprender, con autonomía y responsabilidad.
Pastoral: entendida como “acompañar” la búsqueda de respuestas a las preguntas fundamentales del ser humano hasta llegar a la educación ordenada y progresiva de la fe. Nuestro modelo pastoral es misionero y atiende las diferentes realidades de cada centro educativo en España y en otros países.
Cultura y convivencia: conocimiento y desarrollo de valores, creencias, formas de expresión propias de personas, colectivos y culturas. Formación en el respeto, admiración y enriquecimiento de lo distinto.
Acción social y solidaria: área que asume el liderazgo en el gran propósito de la fraternidad. “Hacer de todos los hombres una gran familia en Cristo Jesús”, decía Dolores Sopeña. Formar en competencias como solidaridad, compasión, respeto, integración, es esencial en este mundo tan necesitado de gestos de cercanía y misericordia.
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El currículo es el mismo para todos, pero a nosotros nos corresponde ir más allá de lo establecido en la ley educativa
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¿Qué valores se intentan transmitir a los alumnos?
—Formar a la persona en todas sus dimensiones es el propósito Sopeña. Formar el “yo” desde dentro; cultivar la espiritualidad, competencia esencial e inherente a todo ser humano. En el proyecto educativo Sopeña son importantes las competencias como: capacidad para interrogarse por el sentido de lo que hacemos; capacidad para tomar distancia de los hechos y así tomar buenas y sanas decisiones; capacidad de asombro ante lo bueno y bello como ante la maldad para distinguir y llegar a ser capaz de reaccionar con respuestas positivas; capacidad de trascender, aprender a ver más allá de mi horizonte. Competencias que aportan y enriquecen el currículo de cualquier etapa escolar.
¿Qué les diferencia de otros grupos educativos religiosos?
—El clima de familia, la vivencia de la fraternidad, la búsqueda de la excelencia y la innovación. Estamos convencidos de que el currículo es el mismo para todos y está marcado por normativa nacional. A nosotros nos corresponde ir más allá de lo establecido en la ley educativa. En misión compartida nos sentimos y crecemos todos: comunidad de religiosas, docentes y PAS. El mismo interés ponemos en la formación y crecimiento de alumnos, profesorado y PAS. Todos somos “Centro en Misión”.
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Nuestros centros se definen como ‘Centros en misión’ y la comunidad educativa se entiende en ‘Misión compartida
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¿Qué se le exige al profesorado que trabaja en sus centros?
—Disposición, ganas de crecer y deseos de asumir el Proyecto Educativo Sopeña. Estas exigencias son válidas tanto para el profesorado como para todo el personal del centro (PAS, mantenimiento, etc.). Nuestros centros se definen como “Centros en misión” y la comunidad educativa se entiende en “Misión compartida”. Dos ejes que dan sentido al día a día de la acción educativa y a los procesos formativos. Supuesta la disposición y las ganas de crecer, ofrecemos itinerarios formativos que nos ayudan a: ser una comunidad educativa que da coherencia y credibilidad a los valores del Proyecto Educativo Sopeña del centro; posibilitar la vivencia del proyecto Sopeña en el entorno concreto y cotidiano de la vida; y perfeccionamiento de la práctica educativa que incida en la mejora de los rendimientos del alumnado, en su desarrollo personal, inserción social y maduración en la fe.
¿Qué metodologías ponen en marcha los profesores?
—Todas aquellas que conocemos todos y que ayudan a desarrollar el currículo de la manera más eficiente y eficaz. Creo que la novedad carismática está en aportar un estilo de ejercer la docencia marcada por valores Sopeña como: salir al encuentro, ganar el corazón, respeto, solidaridad, promoción y fraternidad. Esta forma de educar marca diferencias y somos buscados y elegidos por el trato personal, respetuoso, afectivo y solidario, sin dejar de procurar una formación de excelencia.
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Desde el momento en que las familias eligen nuestros centros para formar y educar a sus hijos, son parte importante del proceso educativo
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¿Qué habilidades de los alumnos pretenden que se desarrollen específicamente para su futuro?
—La esperanza como fuente de alegría porque seremos capaces de forjar un mundo mejor, con más posibilidades para todos, más inclusivo y respetuoso. El silencio, porque nos dimos cuenta que en el confinamiento muchos no supieron qué hacer con tantas horas del día vacías, sin contenido, que generaron tristeza, aburrimiento y dejadez. Es imperioso aprender a estar con uno mismo, con otros en casa y con Dios. El cuidado personal y de otros porque la superación de la pandemia, como en el futuro otras crisis, o la superamos entre todos o se queda mucha gente en el camino. El mundo como casa común, con compromisos sencillos, cotidianos, personales y colectivos. Cuidando de nuestro entorno más personal (habitación, aula, cole…) aprenderemos a cuidar de entornos más colectivos, globales.
El confinamiento fue para muchos colegios un problema por la carencia de competencia digital en sus alumnos y docentes. ¿Cómo lo han gestionado ustedes?
—En general lo hemos gestionado bien. Con cierta facilidad y rapidez nos adaptamos a las clases online. Lo más novedoso y rico fue comprobar cómo los docentes acompañaron y ayudaron a los alumnos a vivir el confinamiento de manera constructiva, aportando ejercicios de respiración y estiramientos. Escucharon, animaron y… educaron también para el confinamiento. Hicieron una tarea de contención admirable. Desde el área de pastoral y titularidad se generó una red de ayuda y comunicación con toda la comunidad educativa. Llamadas telefónicas, cartas, ratos de oración guiada, etc. ayudaron a transitar el doloroso confinamiento.
¿De qué forma las familias participan en los centros?
—Desde el momento en que las familias eligen nuestros centros para formar y educar a sus hijos son parte importante del proceso educativo. Según la especificidad de cada centro hay diversos canales de participación. Yo por ejemplo trabajo en dos centros de Formación Profesional y la relación con las familias es más tangencial, pero, de igual forma, se les reúne, informa y asignan horarios de tutoría.