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Día de la Paz

La paz comienza con una sonrisa, con un apretón de manos, con la atención debida, y bien lo sabía Dolores Sopeña, creadora de la Fundación Dolores Sopeña, cuando estableció como prioritario y principal entre nuestros valores, el de la acogida, para todos los que formamos  la Familia Sopeña.

Como cada 30 de enero, los Centros Sopeña en todo el mundo conmemoramos el Día Internacional de la Paz y la No Violencia en el entorno escolar, con el convencimiento de que una verdadera educación para la paz tiene que iniciarse en el ámbito familiar y complementarse en el educativo.

Pero no se trata de incluirlo únicamente en el currículum. Una verdadera cultura de paz tiene que estar en el ADN de nuestro proyecto pedagógico y tiene que estar enraizado en nuestra identidad.

Ofrecemos cálida hospitalidad y recibimos con alegría. Somos una familia y eso se nota, marca la diferencia, respecto a otros.

Desde nuestra misión, de fomentar la fraternidad y la solidaridad para contribuir a que la sociedad sea cada día más justa, aportamos nuestro granito de arena a una convivencia más amable y pacífica.

Desde el respeto a la diversidad, buscamos la empatía y lo que nos une; salimos al encuentro de las necesidades de quiénes nos rodean, adelantándonos y facilitándoles la integración.

La promoción, buscando en cada persona lo mejor de sí misma, es una forma de construir mejores personas, satisfechas y realizadas, que sientan la necesidad de apoyar el bienestar de los demás.

Símbolo de paz

La solidaridad, favoreciendo cauces de ayuda mutua, intenta paliar los desequilibrios que sufren algunas personas, formativos y sociales; partiendo de la idea de que todo el mundo tiene siempre alguna riqueza que aportar y que compartir. Porque sentimos que rara vez los afortunados son siempre afortunados y los menos favorecidos, siempre vulnerables.

Un mundo construido desde la fraternidad, con la que tanto soñó Dolores Sopeña cuando concibió nuestra Fundación, es siempre una garantía de un mundo en paz. Porque promover una auténtica convivencia de hermanos, supone enseñar a resolver conflictos y polémicas desde la igualdad, en la que todas las partes sientan que ganan, o que al menos, no son siempre los mismos, objetivo de la injusticia.

Parafraseando a Mahatma Ghandi, del que hoy se celebra el aniversario de su muerte en 1964, no existe un camino explícito para la paz, simplemente es que el camino de la paz, es el único camino posible.